jueves, 18 de enero de 2018

¿La participación cultural está relacionada a la educación, gustos o renta?


En este articulo del Observatorio Social de "La Caixa" se analiza el papel de la educación y la renta como barreras a la participación en tres tipos de actividades culturales: cine, espectáculos en directo y visitas a lugares de interés cultural.
La educación es el factor que más influye en el consumo cultural. Directamente, porque a mayor educación, mayor interés por la cultura. E indirectamente, porque a mayor educación, mayor renta y, por tanto, mayor consumo cultural. La relevancia de las distintas barreras al consumo cultural depende de la actividad considerada.
El papel que desempeñan los distintos tipos de barreras depende de la actividad considerada. Para los espectáculos en directo y las visitas a lugares de interés cultural, es la falta de interés (ligada a la educación) la razón principal de la no asistencia. Sin embargo, parece que es la falta de renta, no de interés, el determinante básico de la no asistencia al cine. En este caso hay una industria que diseña sus productos teniendo en cuenta el interés de los consumidores potenciales; por otra parte, la asistencia a las artes escénicas y a lugares de interés cultural requiere una mayor formación del gusto y cuando este no existe tampoco existe interés.
En el caso de los espectáculos en directo y las visitas a lugares de interés cultural, se observa una gran polarización entre asistentes de demanda alta y no asistentes absolutos. En cambio, el cine no presenta esta dicotomía. La renta aparece como el factor que mejor explica los cambios en los niveles de asistencia al cine. Se podría concluir que la falta de interés actúa en primer lugar como barrera a la participación cultural. Cuando la falta de interés no supone un problema, como sucede en el caso del cine, la restricción económica pasa a ser relevante. Así, un individuo no se planteará asistir a un evento cultural si no tiene interés por él, y solo en el caso de tenerlo considerará otras posibles restricciones.
Estas observaciones plantean un dilema a la hora de diseñar la política cultural. A corto plazo y para reducir la importancia de las restricciones económicas, dicha política se podría combinar con una política fiscal que incluya, por ejemplo, reducciones de la imposición indirecta que soportan los bienes culturales o incrementos en las subvenciones a la producción de dichos bienes. Las caídas consiguientes en los precios tendrían un efecto directo e inmediato en la demanda cultural. No obstante, estas políticas fiscales podrían interpretarse como regresivas, puesto que beneficiarían en mayor medida a los individuos de mayor renta.
Si lo que se pretende es atacar el problema que supone la falta de interés, la política cultural debería integrarse en la política educativa para mejorar el gusto por las artes. Evidentemente, aunque los efectos solo se notarían a largo plazo, sin duda que serían mucho más estables. En el pasado, estas políticas de formación de gustos se combinaban con los programas culturales de la radio y la televisión. Los cambios tecnológicos han eliminado las audiencias cautivas de estos medios. Si bien la diversidad de la oferta es ahora mucho mayor, solo los que ya están interesados por las artes demandan estos contenidos. De ahí la importancia de la educación temprana y obligatoria para desarrollar el interés y los gustos artísticos en la población.

Este articulo esta sacado de la pagina web del Observatorio Social de la Caixa y lo podeis ver integramente con estadisticas en el enlace de arriba. 

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