¿Por qué cambiar la ciudad a través de los niño?
Los niños participan en un papel activo en el proceso de cambio de la ciudad y la relación entre la ciudad y los ciudadanos, porque son "competentes".
Los estudios de la matriz psicológica, desde Piaget hasta Bruner, por nombrar algunos, muestran que el desarrollo cognitivo del niño tiene lugar desde el nacimiento.
El niño nace "competente" y ya tiene nociones, valores y criterios de evaluación que orientan su experiencia (Juul, 2001), los niños, desde que nacen, son personas completas, sociables, colaboradoras y listas para comunicarse. En la perspectiva de una "Nueva Sociología de la Infancia", el niño es un sujeto activo capaz de influir y ser influenciado por el entorno en el que vive; por lo tanto, se reconoce que tiene la capacidad de interpretar sus necesidades y expresarlas.
Solo escuchando y prestando atención a las necesidades de los niños es posible pensar en una ciudad que se adapte mejor a ellos y, quizás, a través de este camino, a la de todos los ciudadanos.
Escuchar a los niños significa, de hecho, dar voz a las necesidades de aquellos que hasta ahora han sido "infravalorados" en el diseño de la ciudad, significa repensar una ciudad diferente, basada en diferentes lógicas y equilibrios.
La propuesta: El cambio del parámetro.
Para intentar frenar el proceso degenerativo que está invirtiendo la ciudad, y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la propuesta es pedir a los administradores locales, especialmente a los alcaldes, que cambien el parámetro de gobierno de la ciudad, pasando del adulto al infantil; este cambio de parámetro implica el vuelco total de las prioridades en las elecciones políticas de una Administración; en resumen, implica la transición de una política que favorece los automóviles a una que favorezca a los peatones, con el objetivo principal de volver a capacitar a la ciudad como un todo, con todas las consecuencias sobre la viabilidad, pertenencia, seguridad y sostenibilidad del entorno urbano. Este proceso de recalificación urbana no puede ignorar el consenso de quienes viven en la ciudad, porque este cambio afecta a su modo de vida cotidiano; la participación de los ciudadanos se busca a través del niño, que se considera un agente de cambio, porque aporta nuevas ideas, porque nos obliga a tener en cuenta las necesidades de quienes hasta ahora han sido subestimados. Por lo tanto, el niño es llamado a participar activamente en el cambio del entorno urbano, de modo que no se deje a la seguridad del tráfico de seguridad y vehicular, que domina las ciudades modernas (Ariès, 1996); el niño es llamado a participar, como lo defiende la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), que en el artículo 12 establece el derecho de los niños a expresar su opinión cada vez que se toman decisiones al respecto y su opinión debe mantenerse en la cuenta correcta. El niño también debe recuperar la posesión del entorno urbano, debe recuperar formas de juego y movimiento autónomo en la ciudad, debe recuperar su espacio en la ciudad.
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